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¿Por qué somos tan tribales?

Actualizado: 25 oct 2022

Por: Jaime Unda McFarlane, investigador


Uno de los principales temas sobre los que investiga las ciencias del comportamiento (la combinación de disciplinas que estudian por qué los seres humanos nos comportamos como nos comportamos y los procesos cognitivos y motivacionales que nos mueven) es el comportamiento de los grupos y la influencia del grupo en cómo nos comportamos.


Lo que se ha ido convirtiendo en hipótesis, con cada vez más evidencia en neurociencias y otras disciplinas, es que el comportamiento tribal tiene un origen evolutivo y fue fundamental para que se pudieran construir las grandes comunidades y sociedades que existen hoy en día(1). La idea detrás del tribalismo es que los seres humanos evolucionaron en un entorno de competencia constante en donde poseer características de lealtad y cooperación aumentaba la probabilidad de sobrevivir en un entorno demandante y peligroso.


Así, en términos evolutivos, los grupos de homo sapiens empezaron inconscientemente a “premiar” a aquellos miembros del grupo que mostraban características como la empatía, la cooperación, la reciprocidad, el compromiso y la coordinación. Aquellos que demostraran este tipo de características recibieron mayor estatus y recursos, mientras que aquellos que no las mostraban, fueron rechazados, alejados del grupo y víctimas de las consecuencias negativas que esto traía(2). Estos rasgos “positivos” de cooperación además reducían de manera exponencial las posibilidades de un conflicto dentro de un mismo grupo, expandiendo las posibilidades de cooperación, desde el cuidado de las crías hasta el comercio. Esto generó el desarrollo de culturas más amplias, apalancadas cada vez más en la aparición de elementos ritualísticos (algunos religiosos) que estrechaban las relaciones entre los miembros de un mismo grupo(3).



Este origen evolutivo de la cooperación y de la identidad de grupo se puede ver en experimentos famosos y simples que muestran qué tanto necesitamos para categorizarnos dentro de un grupo e identificar a aquellos que no son de nuestro grupo.


En uno de los experimentos más famosos de la psicología social, un grupo de estudiantes debía decidir cuáles pinturas disfrutaba más, entre las opciones de Kandinsky y Klee. Estos estudiantes, en realidad, estaban siendo influenciados para definir su identidad de grupo según sus gustos artísticos. Después de este ejercicio de identificación, a los participantes les pidieron distribuir dinero entre los otros participantes, y la única información a la que tenían acceso era a qué grupo (Kandinsky o Klee) pertenecían. Los resultados fueron indiscutibles, pues los miembros mostraron los patrones comportamentales de la identidad de grupo: la distribución del dinero fue particularmente para favorecer a aquellos que hacían parte de su grupo(4). Este experimento, publicado en 1971, dio una gran base para dos de las más importantes teorías sobre identidad de grupo: la Teoría de Identidad Social y la Teoría de Categorización Social.


Estos experimentos y la idea de la identidad de grupo también muestran una consecuencia perversa de privilegiar a nuestro grupo: desplegamos estrategias como el racismo, la xenofobia, la misoginia, la homofobia, entre otros. Al ser el resultado de un proceso evolutivo, el cerebro ha desarrollado características intuitivas y automáticas que lo motivan a tomar decisiones y comportamientos que realzan la discriminación. Por ejemplo, los psicólogos cognitivos, filósofos y científicos del comportamiento han profundizado el estudio sobre los sesgos implícitos(5). Estos señalan que, aunque conscientemente creamos ser abiertos y libres de sesgos, implícitamente desplegamos comportamientos de rechazo y discriminación. Esto puede verse en entornos personales, pero también en entornos organizacionales, como decidir a quién contratamos, a quién ascendemos, con quién hacemos negocios o llegamos a acuerdos.


Los efectos se han sentido alrededor del mundo, a través de expresiones nacionalistas, anti inmigración, así como la negación de la validez y existencia de ciertos grupos étnicos. Esto implica elementos peligrosos como la deshumanización(6), que ha sido correlacionada con eventos lamentables de genocidio, violencia exacerbada y discursos de odio en varios países y continentes.


1.Clark, Cory J. and Liu, Brittany S. and Winegard, Bo M. and Ditto, Peter H. (2019) 'Tribalism is human nature.', Current directions in psychological science., 28 (6). pp. 587-592.

2.Tooby, J., & Cosmides, L. (2010). Groups in mind: The coalitional roots of war and morality. Human morality and sociality: Evolutionary and comparative perspectives, 91-234.

3.Henrich, J. P. (2020). The WEIRDest people in the world: how the West became psychologically peculiar and particularly prosperous. First edition. New York: Farrar, Straus and Giroux.

4.Tajfel, H., Billig, M. G., Bundy, R. P., & Flament, C. (1971). Social categorization and intergroup behaviour. European journal of social psychology, 1(2), 149-178.

5.Brownstein, Michael, "Implicit Bias", The Stanford Encyclopedia of Philosophy (Fall 2019 Edition), Edward N. Zalta (ed.), URL = <https://plato.stanford.edu/archives/fall2019/entries/implicit-bias/>.

6. Kteily, N., Bruneau, E., Waytz, A., & Cotterill, S. (2015). The ascent of man: Theoretical and empirical evidence for blatant dehumanization. Journal of personality and social psychology, 109(5), 901.




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